La verdad es que el 2012 fue una transición de una etapa bastante compleja (en el 2011 me despedí temporalmente de mi amado México), comenzar a adaptarme al hecho de vivir en Japón.
Tuvo muchísimos altibajos y podría decir que este verano ha sido uno de los más infelices que he vivido, pero las cosas tristes, supongo que las dejaré para otra ocasión en la que tenga el espíritu bajo, que bendito el karma, hoy no es así 🙂
«Pasó muy rápido» es lo que pensaba mientras me cepillaba los dientes para salir por la noche a celebrar al segundo templo más grande de Tokio: 明治神宮 (Meijijingu).
Me invitó una amiga japonesa que conocí en el club de salsa este año y que es ultra entusiasta del español, sobre todo el mexicano 🙂 Iría con Masa, otro amigo del club de salsa y karen, una amiga de ellos que nació en gringolandia, de padres mexicanos. También fueron otros dos amigos, un rumano y una alemana.
El caso es que llegamos a eso de las 10:30 y la verdad es que no había tanta gente esperando, pero después se llenó muchísimo el asunto y así, en medio de una fila de japoneses mezclados con muchos extranjeros, gente llorando (de felicidad, supongo) y un tipo con su nintendo DS, recibimos el año nuevo.
No siento algo especial este año en el cambio de periodo temporal, dado que sigo y seguiré en este mismo espacio por un año más al menos. Lo que sí es que quiero que sea un año más estable en muchos sentidos, sobre todo en el emocional. Estoy algo cansado de culparme por tantas cosas y por pensar que siempre soy yo el que le hace daño a la gente.
Pero bueno, también fue un año donde a pesar de no enloquecer con el japonés como en el 2011 con kanji, siento que también mejoró considerablemente por el hecho de que me he hecho muy fan de leer manga japonés, especialmente Slam Dunk.
También fue en marzo que regresé a México, después de haberme tenido que salir del dormitorio de manera definitiva y dejar mis cosas en casa de una querida amiga que muy amablemente les ofreció alojo mientras yo estaba ausente por el regreso al lugar donde pertenezco.
Fue un mes maravilloso donde pude ver a casi todos mis mejores amigos, tragar todo lo que quise e ir a conciertos inolvidables, vi a Opeth (que son lo más chingón que le ha pasado a esta existencia) 2 veces en el D.F. y a Björk en El Tajín, que queda bien cerquita de mi natal Poza Rica (Veracruz). Aparte a Björk la vi con dos de mis mejores amigos que más que amigos son como mis hermanos esos hijos de la chingada.
Este año que pasó también me enseñó a que debo ser más tolerante en ciertas cosas y en que debo cuidar mi boca al hablar para ciertas ocasiones. Creo que años atrás nunca hubiera entendido esto y es que siento de verdad que me vuelvo viejo (de pensamiento) a pasos agigantados, pero eso no creo que sea malo, en realidad la calma es lo que, muchos que no la tuvimos siendo más jóvenes, ansiamos con un hambre insaciable.
Pero bueno, también quiero decir que vi a Opeth en Japón (febrero) y estuvo de poca madre el concierto porque Mikael Åkerfeldt le «prestó» a la multitud su guitarra favorita para que le dieran una vuelta por el lugar del concierto y se la regresaran. Pinches japoneses aperradísimos con la guitarra quién los viera, pero ahh qué gloria fue ese momento donde pude tocar tal hermosa guitarra, posesión del genio musical más grande de esta era (en mi universo musical por supuesto).
También fui a kyoto después de 4 años, para reencontrarme con lugares tan hermosos y místicos como el 清水寺 Kiyomizudera o el 金閣寺 Kinkakuji que fueron una de las joyas que marcaron mi viaje por primera vez a Japón, repito, hace 4 años.
También este año fui al Museo de ghibli y K (una de mis mejores amigas en México) vino de visita a Japón y se quedó un mes conmigo. Tuvo sus altibajos pero la verdad es que en resumen, estuvo chingón conocerla aún más y tener una amistad más fuerte de la que teníamos. Como siempre, me dejó enseñanzas.
¡Y un Totoro!
Fue un año de muchísima música, de muchos conciertos de bandas no tan afamadas japonesas pero con un talento increíble y de muchos momentos memorables, entre perdones, reencuentros, fiestas, baile, tomadera y demás.
Espero solamente que este año nos reciba con mucha salud que ahora mientras más crezco me doy cuenta de su importancia, y sobre todo de muchísima felicidad, tanto que haga que nuestro corazón implote.
Como mexicano, soy muy feliz, porque así es nuestra cultura, que a pesar de ser latigueada por tanto gobierno tan culero (que «elegimos»), nunca dejamos de reírnos de las situaciones o de tratar fraternalmente, en la mayoría de los casos, a nuestros semejantes. Especialmente en estas fechas.
Aquí en Tokio todo es más frío, como que muy solemne y muy poco vivo. Pero supongo que cada cultura le da su toque a las fechas. Solo me queda respetarlo, porque entenderlo, sí está cabrón.
¡Les deseo un año 2013 lleno de descubrimientos musicales sublimes!
¡Feliz año nuevo!
pd: Esta canción me tiene muy trabado, creo que respira un amor infinito por la melancolía de un momento ya muy atrás en el tiempo. Aceptación.